Autoinmunidad

Diagnóstico de la diabetes autoinmunitaria

La diabetes mellitus (DM), o diabetes, es un grupo de enfermedades metabólicas que incluye la diabetes de tipo 1 y la diabetes de tipo 2, y que se caracteriza por niveles elevados de glucosa en la sangre durante períodos prolongados. Este artículo trata sobre los tipos, los síntomas, los factores de riesgo, los diagnósticos y los tratamientos para la diabetes.

Síntomas de la diabetes

Entre los síntomas de la diabetes se encuentran la micción frecuente, la sensación de sed y hambre elevadas y la pérdida de peso. Si no se trata, provoca numerosas complicaciones, como alteraciones microvasculares (de los vasos sanguíneos pequeños), disminución de la atención, la percepción visual y la velocidad psicomotora (movimientos conscientes).

Clasificación de los tipos de diabetes

Diabetes de tipo 1

La diabetes de tipo 1 (T1D) se produce por la destrucción autoinmunitaria de las células β productoras de insulina en el páncreas. La posterior falta de insulina provoca un aumento de los niveles de glucosa en la sangre y la orina¹. La cetoacidosis (acumulación de ácidos [cuerpos cetónicos] en la sangre) es la característica reveladora en alrededor de un tercio de los casos.

La T1D representa el 5–10 % de todos los tipos de diabetes. Se define por la presencia de uno o más biomarcadores autoinmunitarios (indicadores biológicos que atacan al sistema inmunitario), lo que incluye autoanticuerpos contra²:

Existen varios tipos de T1D:

  • El tipo 1A es una diabetes autoinmunitaria clásica.
  • El tipo 1B constituye una diabetes idiopática (sin causa conocida) o fulminante (de aparición repentina). Sus características consisten en una deficiencia total de insulina debida a la autodestrucción de las células β pancreáticas, sin presencia de biomarcadores de autoinmunidad. Alrededor del 15 % de las personas con T1D tendrán diabetes de tipo 1B. Es más frecuente en los africanos y los asiáticos, y progresa con mayor frecuencia a cetoacidosis que la diabetes de tipo 1A.
  • La diabetes autoinmunitaria latente del adulto (DALA) es una forma de diabetes autoinmunitaria de progresión lenta. Algunos médicos la definen como diabetes de tipo 1,5, ya que se considera situada en parte entre la diabetes T1D y la de tipo 2 (T2D). Algunas características de la DALA son su aparición a partir de los 30 años de edad, la presencia de autoanticuerpos y la ausencia de necesidad inmediata de insulina; es decir, que el tratamiento de insulina suele instaurarse desde varios meses hasta años después del diagnóstico de DALA. La DALA requiere análisis de anticuerpos en todos los casos en los que se sospeche una causa autoinmunitaria. Un análisis de anticuerpos positivo proporciona información predictiva (pronóstica) valiosa, ya que dejará entrever si es probable que esa persona tenga una mala respuesta a los antidiabéticos orales. También indicará si presenta un mayor riesgo de cetoacidosis o una necesidad más temprana de insulina.

Etiología de la diabetes de tipo 1

El desarrollo de la T1D es especialmente complejo. Se produce una interacción intrincada entre factores ambientales, el microbioma (microorganismos beneficiosos del interior del cuerpo), el genoma (composición genética) y los sistemas inmunitarios. Esta interacción varía de una persona a otra¹. En términos más sencillos, la T1D implica desencadenantes ambientales (bacterias, alimentación [p. ej., leche de vaca, proteínas de trigo, deficiencia de vitamina D], virus) en personas susceptibles genéticamente, lo que causa una destrucción de las células β⁴. A medida que se destruyen las células β, se liberan varias proteínas y se empiezan a producir autoanticuerpos. Incluso sin síntomas de T1D, la presencia de estos autoanticuerpos permite predecir en gran medida el desarrollo de diabetes en el futuro. Los autoanticuerpos pueden estar presentes desde 10–15 años antes de que se diagnostique la diabetes.
 
Las combinaciones genéticas con mayor riesgo de T1D son HLA-DR3 y HLA-DR4-DQ8, que se asocian con un riesgo >80 % de desarrollar autoanticuerpos contra el citoplasma de las células de los islotes (ACI). A pesar de haber mejorado nuestros conocimientos genéticos sobre la T1D, la mayoría de las personas que la padecen no tienen antecedentes familiares con esta enfermedad. Esto significa que la prevención primaria de la T1D resulta complicada¹.

Epidemiología de la diabetes de tipo 1

La incidencia y la prevalencia de la T1D aumentan alrededor de un 2–5 % cada año en todo el mundo¹⁻². En EE. UU., la incidencia general media en 2001–2015 fue de ≈23 casos por 100 000 habitantes en las personas de <65 años. En conjunto, los mayores aumentos de la incidencia se produjeron en niños de <15 años de edad, especialmente en los de <5 años. Esto apunta a la intervención de factores no genéticos, como influencias conductuales y ambientales: alimentación, obesidad y estrés de las células β, disminución de la variedad de los microbios intestinales, infecciones víricas y deficiencia de vitamina D.
 
La incidencia de la T1D varía notablemente según la región geográfica: por ejemplo, de ≥30 casos por cada 100 000 habitantes en Escandinavia a <5 casos por cada 100 000 en China y la India⁵.

Factores de riesgo de la diabetes de tipo 1

La T1D se asocia con frecuencia con complicaciones rápidas, especialmente hipoglucemia (bajo nivel de glucosa en sangre) y cetoacidosis. La hipoglucemia grave, que requiere la ayuda de otra persona para su tratamiento, tiene una incidencia de 16–20 por 100 años-persona, mientras que el valor correspondiente para la hipoglucemia asociada a convulsiones o a pérdida de consciencia es de 2–8 por 100 años-persona. Muchas personas con T1D padecen insensibilidad a la hipoglucemia y la temen, lo que también puede afectar a sus familias, amistades y cuidadores. En general, los episodios hipoglucémicos afectan profundamente al funcionamiento cognitivo, y representan el 4–10 % de las muertes relacionadas con la T1D¹.

En los niños con T1D, la incidencia del tratamientos con ingreso hospitalario para la cetoacidosis es de hasta 10 por 100 años-persona; además, la cetoacidosis es responsable de hasta un 20 % de las muertes relacionadas con la T1D¹.

  • Complicaciones microvasculares (de los vasos sanguíneos pequeños): retinopatía (enfermedad retiniana), neuropatía (entumecimiento o debilidad en los nervios periféricos), nefropatía y efectos sobre el corazón y otros tejidos. La hiperglucemia (glucemia elevada) es la causa principal de complicaciones microvasculares.
  • Complicaciones macrovasculares (vasos sanguíneos grandes): ateroesclerosis (depósito de grasa en las paredes arteriales) y trombosis (coagulación sanguínea) en el cerebro, el corazón y las arterias periféricas.
  • Disminución del funcionamiento neurocognitivo (cerebral): descenso de la atención, la percepción visual y la velocidad psicomotora (movimientos conscientes).
  • Otras enfermedades autoinmunitarias: gastritis autoinmunitaria (inflamación del estómago), hepatitis autoinmunitaria (inflamación del hígado), celiaquía, insuficiencia suprarrenal primaria y tiroidopatía. La Asociación Estadounidense para la Diabetes (American Diabetes Association, ADA) recomienda que poco después de un diagnóstico de T1D se considere la posibilidad de realizar análisis a los pacientes para detectar la presencia de tiroidopatía autoinmunitaria y celiaquía⁶.
  • Fractura de cadera: en las personas con T1D, el riesgo específico de fractura de cadera según la edad aumenta >6-fold⁶.

Las mujeres con T1D presentan mayores índices de problemas cardiovasculares (corazón y vasos sanguíneos) y de muerte prematura que los hombres.

En los pacientes con T1DM, la enfermedad cardiovascular puede reducir su esperanza de vida en alrededor de 10–15 años con respecto a las personas sanas¹.

Diagnóstico de la diabetes de tipo 1

El diagnóstico temprano de la T1D es importante para intentar mantener la mayor masa y funcionalidad posible de las células β. De hecho, la liberación incluso de pequeñas cantidades de insulina puede ayudar a reducir las complicaciones a largo plazo de un control glucémico inadecuado. Lo ideal es que los análisis para el cribado pudieran incluir una combinación de lo siguiente⁴:

  • Análisis genéticos
  • Evaluaciones de autoanticuerpos (como ACI, anti-GAD65, anticuerpos antinsulínicos [AAI], anti-IA-2, anti-ZnT8)
  • Un análisis del péptido C insulínico para vigilar la secreción de insulina
  • Perfil metabolómico (medición de micromoléculas concretas) 

La ADA establece tres estadios diagnósticos para la T1D6:

  • Estadio 1: Numerosos autoanticuerpos, sin intolerancia a la glucosa (ITG) y sin alteración de la glucemia en ayunas (AGA).
  • Estadio 2: Numerosos autoanticuerpos, ITG o AGA, glucemia plasmática en ayunas (GPA) 100–125 mg/dl, glucemia posprandial (GP) a las 2-h140–199 mg/dl, aumento de la glucohemoglobina (A1C) del 5,7–6,4 % o ≥10 %.
  • Estadio 3: Síntomas principales (poliuria, sed, hambre, pérdida de peso) y criterios habituales para la diabetes en dos ocasiones separadas: GPA ≥126 mg/dl o GP 2-h≥200 mg/dl durante una prueba de tolerancia oral a la glucosa, o A1C≥6.5 %, o, en los pacientes con hiperglucemia, glucosa plasmática aleatoria ≥200 mg/dl.

Las recomendaciones diagnósticas actuales de la ADA para la T1D son:

  • Debe utilizarse la glucemia plasmática en lugar de la A1C para confirmar la aparición aguda de T1D en las personas con síntomas de hiperglucemia.
  • Debe efectuarse un cribado de T1D con un perfil de análisis de autoanticuerpos solo para los familiares en primer grado de los pacientes con T1D o que participen en un ensayo clínico.
  • La persistencia de ≥2 autoanticuerpos es pronóstica de T1D, e indica que puede ser adecuado el tratamiento en un ensayo clínico.

Autoanticuerpos y otros biomarcadores

Más del 90 % de las personas con un diagnóstico reciente de T1D tendrán autoanticuerpos detectables contra determinadas proteínas de las células β. En los niños, la presencia de dos o más tipos de autoanticuerpos se asocia con un riesgo del 84 % de desarrollar T1D clínica al llegar a los 18 años de edad¹.

Por lo tanto, la detección de autoanticuerpos resulta útil para confirmar el diagnóstico de T1D y para predecir el desarrollo futuro de la enfermedad (p. ej., en familiares en primer grado). También puede ser útil para predecir la probabilidad de que se produzcan daños en las células β de los adultos con DALA. Por lo general, se recomienda realizar evaluaciones de autoanticuerpos en:

  • Pacientes que hayan empezado a padecer diabetes con <50 años de edad
  • Pacientes que presenten los síntomas principales o cetoacidosis
  • Pacientes no obesos (índice de masa corporal <25 kg/m2)
  • Pacientes con antecedentes familiares de enfermedades autoinmunitarias

Tradicionalmente se han utilizado mucho los ACI en el ámbito de la T1D, y sigue siendo la norma de referencia para la evaluación de autoanticuerpos; sin embargo, es necesaria una biopsia pancreática seguida de inmunofluorescencia indirecta. Otros autoanticuerpos se evalúan mediante un enzimoinmunoanálisis de adsorción. Se recomienda la medición de los AAI en las primeras 2 semanas después de instaurar la insulinoterapia para vigilar la reactividad cruzada; los AAI suelen dar positivo en los pacientes de <12 años de edad, pero rara vez en los adultos.

En la práctica clínica, los autoanticuerpos evaluados con mayor frecuencia son anti-GAD65 (presentes en el 70–80 % de los pacientes en el momento del diagnóstico) y los ACI anti-IA-2a y anti-IA-2b (60–70 %). Estos últimos autoanticuerpos suelen persistir más tiempo en el suero de los pacientes que los anti-GAD65 y los AAI. A diferencia de otros autoanticuerpos, los anti-GAD65 no se ven afectados por la edad. Sin embargo, no son específicos de las células β pancreáticas, y también se encuentran en las células gliales del cerebro.

Los Anti-IA-2 se desarrollan más tarde que los anti-GAD65, y pueden servir como marcadores del riesgo a corto plazo. Al igual que los AAI, los anti-IA-2 son más frecuentes en los niños que en los adultos.

Los Anti-ZnT8 (60–80 %) aparecen más tarde en el curso de la enfermedad que los anti-GAD65 y los anti-IA-2a, y tienden a empezar a dar negativo pronto, aunque no siempre es el caso. Existe una asociación entre los anti-ZnT8 y la edad al inicio de la diabetes, pero estos se van volviendo negativos a medida que aumenta la edad de las personas.

CD38 es un receptor de la superficie celular considerado como un mediador fisiológico de la secreción de insulina. Se han encontrado anticuerpos anti-Anti-CD38 hasta en el 20 % de los pacientes con T1D y hasta en el 20 % de aquellos con T2D.

Aún no se dispone de biomarcadores eficaces que pronostiquen la progresión de la enfermedad y la respuesta al tratamiento. Sin embargo, se están llevando a cabo investigaciones en este ámbito. En el futuro, los perfiles para la evaluación de biomarcadores podrían incluir uno o más de los análisis siguientes²:

  • Investigación proteómica, como desamidación de GAD65 o péptidos insulínicos híbridos
  • Autoanticuerpos novedosos, como anti-tetraspanin-7, contra el antígeno de superficie de las células de los islotes
  • Biomarcadores de ácidos nucleicos, como el micro-ARN
  • Biomarcadores metabolómicos, como los esfingolípidos

Tratamiento de la diabetes de tipo 1

Los objetivos que establecen las directrices para la A1C en los pacientes con T1D son de <7,0 % (adultos) y <7,5 % (niños). Sin embargo, la mayoría de los pacientes no los alcanzan. Los objetivos deben individualizarse de acuerdo con factores tales como otras enfermedades, la concienciación del paciente y la disponibilidad de recursos.
 
El pilar del tratamiento para la T1D sigue siendo la administración de insulina basal (de acción prolongada) más insulinoterapia en bolo (de acción corta) administrada mediante una pluma o una bomba. La pramlintida, un estimulante del polipéptido amiloide de las células de los islotes, también está aprobada para su uso en la T1D. Actualmente también se están investigando otros fármacos, como el abatacept (un inhibidor de CD80) y el teplizumab (un inhibidor de CD3), para la 1–2 en estadios T1D¹.

Bibliografía

  1. DiMeglio LA, Evans-Molina C, Oram RA. Type 1 diabetes. Lancet. 2018; 391:2449–62. Enlace a PUBMED
  2. Yi L, Swensen AC, Qian W-J. Serum biomarkers for diagnosis and prediction of type 1 diabetes. Transl Res. 2018; 201:13–25. Enlace a PUBMED
  3. Davis TME, Wright AD, Mehta ZM, Cull CA, Stratton IM, Bottazzo GF, Bosi E, Mackay IR, Holman RR.  Islet autoantibodies in clinically diagnosed type 2 diabetes: prevalence and relationship with metabolic control (UKPDS 70). Diabetologia. 2005; 48:695–702. Enlace a PUBMED
  4. Van Belle TL, Coppieters KT, Von Herrath MG. Type 1 diabetes: etiology, immunology, and therapeutic strategies. Physiol Rev. 2011; 91:79–118. Enlace a PUBMED
  5. International Diabetes Federation. IDF Diabetes Atlas, 9th edición; Bruselas, Bélgica: IDF; 2019 [consultado en diciembre de 2019]. Disponible en: https://www.diabetesatlas.org/en/. enlace
  6. Dr. Riddle, Matthew C., Dr. Bakris, George; Dr. Blonde, Lawrence; Dr. Boulton, Andrew J.M.; Dr. D’Alessio, David; de Groot, Mary et al. Standards of medical care in Diabetes. ADA: 2018; VOLUMEN 41;  SUPLEMENTO 1: S1-S193.  Disponible en: https://diabetesed.net/wp-content/uploads/2017/12/2018-ADA-Standards-of-Care.pdf. enlace 

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